La vida después de lo impensable: los supervivientes del Holocausto que renacieron en Israel
El israelí Naftali Fürst, superviviente del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, tardó años en poder hablar de ello. Pero desde que su nieta sobrevivió a la masacre del 7 de octubre de 2023, en el ataque de Hamás en Israel, está aún más convencido de la necesidad de testimoniar.
"Si olvidamos nuestra historia, nos arriesgamos a ver cómo se repite", advierte este hombre de 92 años, en un momento de incremento del antisemitismo en buena parte del mundo.
Ochenta años después de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau el 27 de enero de 1945 por parte del Ejército Rojo, AFP entrevistó a varios supervivientes de los campos de concentración y de exterminio que rehicieron sus vidas en Israel, donde encontraron un hogar seguro para los judíos después del genocidio perpetrado por los nazis.
Estos testigos, nacidos todos en Europa y deportados a los campos de la muerte donde sus familias fallecieron, expresaron su inquietud actual y también su resiliencia.
Construido en la Polonia ocupada, Auschwitz-Birkenau simboliza el genocidio perpetrado por la Alemania nazi en el que murieron seis millones de judíos, de los cuales cerca de un millón fueron asesinados en este campo entre 1940 y 1945.
- Naftali Fürst, una hija, cuatro nietos y tres bisnietos -
Naftali Fürst tenía apenas 10 años cuando fue llevado con su familia a un campo de concentración, para acabar en Auschwitz en 1944. Fue separado de sus padres y le tatuaron un número en el brazo.
Pero con la llegada de los soldados soviéticos, los nazis decidieron llevar a sus prisioneros de Alemania a Austria en medio de la nieve, en las tristemente conocidas "marchas de las muerte". "Lo peor de mi vida", dice Fürst.
"Es una experiencia indescriptible, un verdadero paso por el infierno. Vimos a mucha gente caer de un lado, heridos, muertos. Los que no podían seguir el ritmo eran asesinados in situ. En momentos así, sobrevivir significa luchar para no quedar atrás".
En Buchenwald, en Alemania, escapó a la muerte gracias a un resistente comunista checo, Antonin Kalina, que sería luego nombrado Justo entre las Naciones, por haber salvado a cientos de niños judíos durante su detención.
Cuando el campo fue liberado por soldados estadounidenses, Naftali Fürst tenía 12 años. Ahí aparece, en una de las fotografías más emblemáticas del Holocausto, rodeado de supervivientes, tumbado en un barracón, y a poca distancia del futuro escritor Elie Wiesel, Nobel de la Paz en 1986.
Fürst, que se ganó la vida como profesor de autoescuela, tardó 60 años en poder compartir su historia. Pero desde que dio el paso, este hombre de mirada brillante, y que preside la Asociación de exprisioneros de Buchenwald, no para, y está decidido a seguir así mientras sea "capaz".
"Muchos de los que vivieron estos horrores no están más ahí para hablar de ellos, y considero que es mi responsabilidad dar testimonio. Pero tengo miedo de que en 50 ó 100 años, el Holocausto se convierta en una simple página de la historia, y que se olvide a qué punto este acontecimiento fue único y trágico".
El 7 de octubre de 2023 al amanecer, Naftali Fürst estaba en su casa de Haifa, en el norte de Israel. Como sus compatriotas, se fue enterando aquella mañana de los detalles de la ofensiva sorpresa de comandos de Hamás en el sur de Israel.
Fürst intentó hablar con su nieta Mika, que vivía con su marido y su hijo de dos años en el kibutz de Kfar Aza. Sin éxito.
"Estaba preocupadísimo", recuerda. La familia permaneció 12 horas en un refugio, y sobrevivió. Aunque los suegros de Mika murieron.
"Mi nieta y su familia son supervivientes como yo". Naftali Fürst nunca imaginó que algún día pronunciaría esa frase.
Pero no quiere hacer comparaciones entre ambos acontecimientos.
"Es horrible, es inimaginable, es doloroso y no debería haber ocurrido. Pero no es la Shoah", afirma.
- Mirjam Bolle, nacida en 1917 en Países Bajos, tres hijos -
A sus 107 años, es una de las supervivientes más ancianas.
Cuando recibe a AFP en su casa de Jerusalén, dice que no ha "hecho nada especial". Qué increíble entereza, sin embargo, después de una vida así.
Secretaria del Consejo Judío de Ámsterdam, organismo creado y utilizado por los nazis para controlar la comunidad durante la guerra, Mirjam Bolle fue testigo de la deportación de los judíos de los Países Bajos.
Fue deportada en 1943, al campo de tránsito de Westerbork y luego a Bergen Belsen en Alemania. Ella tenía entonces 26 años.
Bergen Belsen "era oficialmente un campo de concentración, pero querían matarnos de hambre, querían nuestra muerte." Los padres de su prometido Léo no sobrevivieron.
Sin embargo, Mirjam Bolle recuerda aquella "comida" llena de esperanza de la Pascua judía, con algunos vegetales sobre la mesa. Al final de la ceremonia, en lugar de recitar el tradicional "El año que viene en Jerusalén", los niños comienzan a cantar "Este año en Jerusalén".
Y ocurre el "milagro": con su familia y un grupo de deportados, es liberada gracias a un intercambio con prisioneros alemanes en la Palestina bajo mandato británico.
En julio de 1944, después de cruzar Europa en tren, llega a "Eretz Israel" (la tierra de Israel) donde se reúne con Léo, quien había emigrado antes de la guerra. Se casan y tienen tres hijos. Todos murieron, dos "en la guerra" durante su servicio militar bajo la bandera israelí, sin dejar descendencia.
De Ámsterdam a Bergen Belsen, entre enero de 1943 y julio de 1944, Mirjam Bolle escribió una especie de diario en forma de cartas a su prometido: "Sabía que si no lo escribía, lo olvidaría."
Éstas se publican décadas después, en 2014, bajo el título "Cartas nunca enviadas", un libro publicado en holandés y luego traducido a siete idiomas, que ofrece un raro testimonio sobre la vida de los judíos en Ámsterdam bajo la ocupación alemana.
Hoy en día, lo que la preocupa es el aumento del antisemitismo en Europa.
"Me cuesta entender por qué los judíos son tan importantes" para ser víctimas de esta manera, dice esta exsecretaria de la embajada de los Países Bajos. "Creo que el futuro para ellos en Europa es incierto. Me alegra estar en Israel porque es el lugar más seguro para nosotros a pesar de las dificultades actuales".
- Dan Hadani, nacido en 1924 en Polonia, dos hijos, dos nietos -
El secreto de su longevidad es el "trabajo", dice el superviviente de Auschwitz Dan Hadani.
"Nunca dejé de trabajar... Traté de olvidar, de huir de las pesadillas y olvidar, trabajaba día y noche y cuando me dormía, estaba tan cansado que no soñaba más".
Deportado en 1944 del gueto de Lodz, donde murió su padre, a Auschwitz, fue separado nada más llegar al campo de su madre, que fue asesinada en el proceso, y de su hermana, que falleció durante el exterminio del campo de mujeres.
Como si todavía lo estuviera reviviendo, relata su encuentro con Josef Mengele, el médico de las SS en Auschwitz, autor de experimentos médicos a menudo mortales con los deportados.
El joven Hadani, de 20 años, le habla en alemán, lengua que domina. Mengele le responde: "Bleib stehen, Du Hund" (Quédate ahí, perro). Más tarde se daría cuenta de que podría haber sido ejecutado: "Nunca olvidaré ese momento".
"Seleccionado" para trabajar en una fábrica, sobrevivirá a la "marcha de la muerte" antes de ser liberado por los soldados estadounidenses en el campo de Wobbelin en Alemania.
De regreso a Polonia descubre que ya no tiene familia, emigra a Israel justo después de la creación del Estado, en junio de 1948, y deja atrás el nombre de su juventud europea, Dunek Zloczewski.
"Al día siguiente de mi aterrizaje, a las cinco de la mañana, me alisté de inmediato (en el ejército israelí) y me convertí en oficial de artillería. Era la guerra de independencia y yo vine por eso; yo quería construir mi propio Estado, un Estado judío, por primera vez".
Convertido luego en fotoperiodista y fundador de una agencia de fotos, pasó el resto de su vida contando en imágenes la vida de su joven país.
A sus más de 100 años, la energía de este hombre de barba bien cuidada sigue siendo sorprendente. Con orgullo, muestra su licencia de conducir que renovó en la víspera de su cumpleaños, antes de llevar sin problemas al equipo de AFP a su casa en Guivatayim (centro).
Cada jueves por la mañana, este feroz opositor al gobierno de Benjamin Netanyahu viaja a Tel Aviv para unirse a antiguos periodistas y diplomáticos para hablar de política. El futuro lo atormenta, especialmente desde el 7 de octubre. "El hombre es una bestia, así es como veo el mundo", dice.
A las futuras generaciones les ha dejado sus dos millones de fotos que documentan la historia de Israel en una colección de la Biblioteca Nacional, como un legado de la resiliencia de su nación y su pueblo.
- Abraham Wassertheil, nacido en 1928 en Alemania, cuatro hijos, tres nietos, dos bisnietos
A la pregunta de qué ocurrió con su familia durante la guerra, le sigue un largo silencio. "No soy muy hablador", dice este hombre de 96 años de mirada directa.
Deportado en los campos de concentración de Markstadt, Funfteichen, Buchenwald, Dautmergen (en Alemania) y en el de Gross Rosen (en la Polonia bajo ocupación) escapó a la muerte fingiendo tener más edad, y fue liberado de Allach, un campo anexo de Dachau, en 1945.
Pasó 25 años en la Marina israelí, pero al contrario que Dan Hadani, empezó hace poco a hablar públicamente de su pasado.
"Con la edad me doy cuenta de que hay que hablar", dice a los periodistas de AFP, a los que confía con un deje de dolor: "durante la guerra sólo pensábamos en una cosa, encontrar algo que comer. Eso es todo. No pensábamos en nuestros hermanos ni en nuestras hermanas ni en nuestros padres".
Lo esencial, dice, es "haber transmitido mi historia y la de mis padres a mis hijos".
Durante años visitó regularmente con sus hijas la localidad polaca de Chrzanow, de donde es originaria su familia, a unos 20 km de Auschwitz.
En 2022 se inauguró allí un parque en recuerdo de la población judía de la ciudad. La alcaldía eligió darle el nombre de su madre, asesinada en el campo de exterminio.
"El parque de Esther" se ha convertido así para él en "la tumba" que ella nunca tuvo, dice mostrando discretamente una gran emoción.
Pese a haber perdido a toda su familia en su juventud, y el estado de guerra en el que ha vivido últimamente en Kyriat Yam (norte), se dice sereno.
"Mi vida terminará pronto", dice.
El 7 de octubre de 2023, al drama nacional se añadió su duelo personal, ya que la víspera había enterrado a su esposa.
Un año más tarde, un misil disparado por el movimiento libanés Hezbolá cayó en un edificio vecino a su vivienda, por lo que tuvo que ir a un refugio.
"No puedo hacer nada para cambiar las cosas, pero tengo hijos con salud que se las apañan sin mí, y yo me las apaño sin ellos, por eso sigo siendo optimista".
- Eva Erben, nacida en 1930 en Checoslovaquia, tres hijos, nueve nietos, 15 bisnietos
A sus 94 años, Eva Erben acaba de pasar dos semanas impartiendo conferencias en Alemania, para relatar su historia de superviviente de Auschwitz y sobre todo "defender Israel", tal y como explica de entrada.
Nacida en 1930 cerca de Praga, creció en una familia judía acomodada. Su padre, químico, fue según ella un pionero del pyrex. "Teníamos una hermosa villa, un coche, hacíamos viajes (...) recogíamos champiñones, fresas y flores en el campo", rememora.
Una vida "apacible y agradable", que se convirtió en infierno en 1941 cuando toda la familia fue deportada a Theresienstadt, ese campo de concentración instalado en la actual República Checa presentado como un "campo modelo" por la propaganda nazi y donde se decía que los judíos eran bien tratados, como se afirmó durante una visita de la Cruz Roja en 1944.
La pequeña Eva formaba parte del grupo de niños encargados de cantar la ópera Brundibar, una parábola de la opresión nazi sobre los judíos.
Cuando se le muestra en un teléfono un video de los niños cantando, se pone a tararear la melodía. Todos los chicos que aparecen en el video fueron deportados a Auschwitz tras la grabación, así como el equipo de la película.
Permanece con su madre en el campo de exterminio, pero esta no sobrevive a la "marcha de la muerte". Olvidada en un pajar, en el que se había quedado dormida, fue salvada por unos alemanes --"no eran todos asesinos"-- y luego por unos checos, que la escondieron hasta el final de la guerra.
En su coqueta vivienda de Ascalón, en el sur de Israel, con un gran jardín y árboles plantados por su difunto marido, esta mujer que trabajó como enfermera muestra con orgullo una foto en la que se la ve con toda su descendencia, 27 personas en total.
"No ignoramos la Shoah, la vivimos y ahora es la vida. Hay niños, viajes, el hecho de cantar con ellos, hacer deporte, una vida normal, comer bien, perfumarse. La Shoah fue como una sombra en nuestras vidas, ciertamente, pero ya la cruzamos".
Erben cuenta su historia en un libro para alumnos de colegio, traducido a varios idiomas, y aparece en varios documentales. Pero considera que su prioridad ahora es apoyar a Israel después de los ataques del 7 de octubre.
Desde aquel día de 2023, más de 600 alertas han resonado en su ciudad, cercana a la Franja de Gaza. Pero ella se niega a ir a los refugios cuando suenan las sirenas. "Hitler no logró matarme; no serán ellos quienes lo consigan", dice con una sonrisa.
Pero al mismo tiempo no esconde su preocupación, "decepcionada" como está por "la forma como se percibe a Israel hoy en día".
"Es muy bonito venir con flores y coronas, y hacer homenajes, pero eso se terminó, hemos superado la Shoah, hemos reconstruido, y hemos tenido hijos. Ahora, respeten y acepten a Israel".
Según las autoridades israelíes, en el país viven más de 130.000 supervivientes del Holocausto. En estas cifras, Israel cuenta también las víctimas del antisemitismo fuera de Europa, como es el caso de Argelia, entonces bajo el régimen colaboracionista del Estado francés de Vichy.
U.Pagliarini--LDdC