En la frontera de Hong Kong, una ventana a un futuro integrado en China
Desde las alturas de la aldea de Lok Ma Chau, en el extremo norte de Hong Kong, la frontera con China continental es bien visible: un estrecho río separa las tierras agrícolas y las lagunas de los centelleantes rascacielos de Shenzhen, al otro lado.
El viernes se celebra el 25º aniversario de la retrocesión de Hong Kong desde el Reino Unido a China y, aunque desde las colinas de Lok Ma Chau se puede pensar que siguen siendo dos realidades distintas, este territorio rural forma parte de un gran proyecto de Pekín para el sur del país.
La frontera entre ambos territorios se difumina cada vez más y el malestar es palpable en algunos hongkoneses de la zona, poco entusiastas por vivir a las puertas de la China continental.
La inquietud de verse absorbidos completamente por Pekín contribuyó a las enormes manifestaciones prodemocracia de 2019. La chispa que hizo estallar el polvorín fue una ley para autorizar las extradiciones desde Hong Kong a China continental.
Y las acciones tomadas por el poder comunista y las fieles autoridades locales para acabar con la disidencia en este territorio no han hecho más que incrementar el sentimiento de un control cada vez mayor por parte de Pekín.
La integración de la población y de la economía de Hong Kong a China continental está en marcha desde hace décadas.
Entre 1997 y 2021, más de 1,1 millones de personas han migrado desde China continental a Hong Kong a través de un sistema de "permisos en sentido único" y con cuotas limitadas. Esto supone una séptima parte de la población de la población actual de este centro de finanzas internacional.
El mandarín ha ganado terreno en las escuelas, contribuyendo según los críticos a erosionar la cultura y el idioma cantoneses característico de este territorio y de la parte adyacente de China continental.
Incluso se han modificado las fronteras de Hong Kong, especialmente en los años 2010 con la expansión de una red ferroviaria de alta velocidad desde el resto de China a la ciudad.
Una parte de la terminal de Hong Kong pasó a jurisdicción china, con lo que allí se aplica el sistema jurídico controlado por el Partido Comunista.
Y la draconiana ley de seguridad nacional impuesto por Pekín en 2020 para aplacar la disidencia erosionó algo más el guardafuegos jurídico que existía hasta ahora entre ambos territorios y permite que las fuerzas de seguridad continentales operen libremente en la ciudad.
- El Silicon Valley chino -
La pandemia del covid-19 volvió a visibilizar la huella china en esta ciudad que, teóricamente, debía mantener sus libertades y derechos características de su época británica hasta 2047.
Aunque la difusa frontera se cerró en nombre de la estrategia covid cero de Pekín, las autoridades locales apostaron por el mismo enfoque restrictivo y han aislado internacionalmente una ciudad que se vanagloriaba de ser la "ciudad del mundo en Asia".
Al mismo tiempo, médicos de China continental obtuvieron permisos para trabajar en los hospitales de Hong Kong, que también recibió albañiles para construir instalaciones sanitarias de urgencia y un puente para facilitar estos traslados.
El gobierno hongkonés prevé transformar la región fronteriza en los próximos 20 años en un enorme proyecto de desarrollo económico.
Bautizado la "metrópolis del norte" y presupuestado con casi 13.000 millones de dólares, el proyecto prevé la construcción al norte del territorio de una nueva megalópolis.
El gobierno asegura que esto creará 650.000 empleos y nuevos alojamientos en uno de los mercados inmobiliarios más caros del mundo.
El proyecto forma parte de un plan todavía más grande para integrar las dos "regiones administrativas especiales" de Hong Kong y Macao en una gigantesca conurbación de nueve ciudades de Cantón, la provincia más dinámica de China, entre ellas Shenzhen y la misma Cantón.
- "Desequilibrio de poder" -
El urbanista Kenneth To se preocupa por la falta de coherencia del plan del gobierno y lamenta el pequeño círculo que decide sobre el desarrollo de Hong Kong.
La ciudad ha perdido sus principales figuras de la oposición en la campaña de Pekín para silenciar a la disidencia y To se pregunta quién representará a los ciudadanos de la región fronteriza.
"El desequilibrio de poder es preocupante", dice a AFP. "El pueblo, los aldeanos y los pequeños agricultores, no tendrán oportunidad de expresarse".
Sin embargo, Jack Lam, vendedor de accesorios para teléfonos portátiles que vive cerca de la frontera, guarda optimismo.
"Cuando la población aumente, podemos esperar más desarrollo, habrá más gente que creará empresas. Eso es seguro", dice el hombre de 35 años.
V.Tedeschi--LDdC